Uno de los elementos más importantes en la Masonería, sino el más, es el símbolo. Los símbolos buscan despertar las ideas que duermen en nuestra mente, estimulan el pensamiento por vía de la sugestión y nos invitan descubrir las verdades enterradas en las profundidades de nuestro ser. Los símbolos constituyen una de las formas más antiguas de transferencia de conocimiento y aprendizaje. Pero está forma de transmisión no constituye, en sí misma, un secreto masónico. Entonces, ¿Por qué se basaban en ellos para transmitir sus conocimientos? Porque en aquellos tiempos, la mayoría de sus miembros no conocían las artes de la lectura y la escritura. Es por la misma razón que el conocimiento era transmitido de boca a oído (transmisión oral).
Debemos señalar que el simbolismo considerado como masónico se ha tomado esencialmente de la arquitectura y de los gremios de albañiles que desarrollaban su arte en las catedrales de la Edad Media (Guildas medievales). Si analizamos la etimología de la palabra símbolo vamos a descubrir que deriva del griego. Sus raíces equivaldrían a "arrojar cosas juntas", siendo su significado el de "comparar". Antiguamente el símbolo era un objeto partido en dos, del que dos personas conservaban una mitad. Estas dos partes unidas servían para reconocer a los portadores su compromiso o deuda. Por lo tanto, un símbolo es la expresión de una idea por medio de la comparación. A menudo, una idea abstracta puede ser mejor entendida por la comparación de un objeto concreto. Es una representación que significa algo más que lo obvio.
A todo esto, cabe la pregunta de: ¿Por qué se hace tanto hincapié en los símbolos? La respuesta es que estos son la llave para acceder a otros planos de la realidad. Pueden, por lo tanto, revelar algo como también ocultarlo.