El Hermes griego corresponde al dios Toth egipcio y al dios Mercurio de los romanos. Sus funciones principales, en tales panteones, son las de intérprete, traductor y mensajero de los dioses ante los hombres y psicopompo de las almas. El Hermetismo ha provisto de doctrinas, métodos y vocabulario a la Alquimia, tanto musulmana como cristiana, y a la Masonería medieval.
Estas doctrinas han sido compiladas en el llamado Corpus Hemeticum (Festugiére, 1954) y se estima que fueron redactadas a fines del siglo III d.C.
La influencia del dios Hermes, y las ideas del sabio Pitágoras no han desaparecido totalmente de este mundo crepuscular que habitamos, de hecho son todo lo que queda de él no olvidemos que los alquimistas equiparan a Jesús con el Mercurio Solar, en Occidente al menos. Por otra parte ni siquiera pudiera ser el mundo sin ellos, tanto en el aspecto de las energías perpetuamente regeneradoras atribuidas a Hermes y su Filosofía, como el de las ideas-fuerza pitagóricas, sin cuyo orden numérico (y geométrico) hoy no es posible la menor operación.
La deidad es inmanente en cada ser, y los Hijos de la Viuda, los hijos de la luz, la re-conocen en el interior de su propia logia, hecha a imagen y semejanza del Cosmos. La raíz H. R. M. es común a los nombres Hermes e Hiram y este último forma con Salomón un paredro donde se aúnan la sabiduría y la posibilidad (la doctrina y el método), señalándose a la Tradición (Cábala) hebrea, en la que nació Jesús, como la vehiculadora de esta revelación sapiencial, real, y artística (artesanal), que constituye la Ciencia Sagrada, la que es aprendida y enseñada por símbolos y ritos en la logia, "libro" cifrado que los Maestros decodifican hoy, tal cual lo hicieran sus antepasados en el tiempo mítico, puesto que la Masonería no otorga el Conocimiento en sí sino que muestra los símbolos e indica las vías para acceder a él, con la bendición de los ritos ancestrales, que actúan como transmisores mediáticos de ese Conocimiento.